Mariana Carlos - A casa, Mérida (28-11-24)
A casa, Mérida 28 - 11 - 1999 Si tuviera la oportunidad de describir cómo creo que se ve el cielo, la mencionaría a ella. Mencionaría su cabello ensortijado (que por cierto odia), y cómo se ruboriza al saber que me di cuenta que se lo planchó. Sé que cuando sale al sol todo su ser se torna de dos colores distintos: Verano e invierno. En ocasiones su piel es demasiado blanca, pero si le digo que la amo es más una zanahoria que un tomate, y sé que ama las zanahorias. Cuando cruza sus brazos y mira hacia el ocaso me fijo en ella como si tuviera un cuadro de Picasso delante mío. En ese momento me doy cuenta de varios detalles. Para empezar, sus manos, siempre ocultas, con uno o dos anillos, es más fácil domar a un león que dejar que yo las toque. Al menos me deja abrazarla, por mucho tiempo. Pero entonces veo sus ojos confundidos y sé que tiene miedo de saber qué vendrá. Se encorva, se tapa la cara, miro su cabello y entiendo que se lo ha estado cortando quién sabe por qué. Me gustaría sab...