23:05 - 14/11/25
Si tuviera la oportunidad de describir cómo se ve el cielo, lo mencionaría a él. Mencionaría su pálida piel y la perpetua mezcolanza que se produce cuando el brilante ocaso dora la superficie de su cara colmada de lunares mal esparcidos. Mencionaría lo atibasdo que resultaba su cabello artificialmente ensortijado (que ya no se ve así), y cómo todo su ser parece cambiar dependiendo de su corte. Sé que cuando agarra confianza se le olvidan los modales. Muchas veces desearía tener un bozal a la mano para enmudecer el lenguaje innato de un portador de labios malsanos y obscenos, pero no tengo nada de eso. Ya cerca de él me doy cuenta de detalles que más que hechos son resoluciones autoras de los cimientos usados para la creación de su carácter de niño travieso. Así es, él podría ser fácilmente la definición de la picantería en su máxima expresión, no solo por la afeminada forma en la que mueve sus caderas cada vez que nadie lo obliga a bailar, pero ahí está, causando disturbios entre los observadores decepcionados de su gran acto que está muy lejos de cumplir con el esteriotipo de joven estudiante de una prestigiosa carrera. La verdad es que, a él no le importa, y eso lo que más me gusta de él. Incluso su forma de hablar revela los toques agridulces de su pasado. Esa es otra cosa, su pasado, el cual ni siquiera se ha terminado de formar pero la pesadez y livianez por cómo cuenta las cosas que le pasaron hace que inevitablemente tenga alma de poeta. A mí me va a tocar absorber todo lo que de esa boca de labios fríos salga, pues así sean balazos encriptados de verdades, voy a preferir morir de esa manera que fuera del alcance de sus palabras. Ah! Qué iba a saber yo que era un niño engreído, pero cabe resaltar que posee una soltura fascinante, no solo se empapa de buena literatura sino de magníficos gustos que en general se vislumbran en el momento que lo escuchas hablar, sus ojos chispeantes te lo dicen todo. Ah! Esa es otra cosa, sus ojos terrestres, acuosos y etéreos, hasta ahora no sé de qué color son exactamente, pero cuando lo descubra quiero verme reflejada en ellos, vivir dentro de ellos y llegar hasta sus memorias más íntimas para borrar recuerdos penosos que hoy en día lo llenan de insomio, frialdad y el escabroso temor de explotar en una ira interna contra él mismo.Sorprendentemente, él se presentó frente a mí hace un año, en forma de oceáno, intentaba llegar a mí a tal punto que ahogaba a las personas circundantes, pero corrí, solo para volver a él, en ese momento entendí que yo ya lo había conocido hace muchísimo antes, y de muchas formas, en formas que me producen como única sensación el cielo, y nada más que el cielo entero.
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